Este octubre sin libros

Quiltras de Arelis Uribe y La política sexual en Kate Millet de Silvia López son las únicas lecturas que han conformado mi #LeoAutorasOctubre. En realidad, y siendo honesta con vosotras y conmigo, cuando una amante de la literatura no es capaz de bajar la pila de pendientes y tampoco de rellenar las líneas de las hojas del cuaderno es que algo no va bien.

Voy a rellenar este post, otro más después de varias semanas, con citas de estas dos lecturas (menos de las que me gustaría, pero tan importantes para mí) para rellenar mis propios huecos. Los míos, los que dejo por aquí. Los espacios en blanco. El no saber qué deciros y el no saber qué decirme.

¿Me perdonáis otra vez?

Acerqué mi nariz a su boca y sentí el sabor de su respiración. Tenía el mismo dulzor que a los diez años. Yo tampoco quería, le dije. Tomé su rostro con las dos manos, le sequé las mejillas y le di un beso hondo y pausado. Yo tampoco, repetí, antes de abrazarla y ponerme a llorar.

Arelis Uribe

Es que estoy en otra parte. La parte en la que sólo me estoy dedicando a leer esas dos historias largas que están por venir (pero no sé cuándo, y me da miedo). Me da miedo por mí, porque de repente soy muy cobarde. Porque estoy sola con mi vulnerabilidad. Porque ya noto los huesos de mi espalda, mis rodillas ya se chocan cuando tiemblo. Pretendo ser fuerte, pretendo serlo todo, pero me astillo un poco cada día y la venda se ha roto. Y no conozco a nadie que sepa colocarla en su lugar.  

He aprendido a escribir para curar; pero no para curarme. Melancolía (ya la conoceréis) se ha alejado tanto de mí que no la reconozco. Emilia (ya la conoceréis) soy yo, y me da miedo que la veáis. Ahora creo, pienso, recapacito, que mi vida siempre ha sido este desastre apocalíptico pero que todo estaba disfrazado. 

¿Quién fue la careta? ¿Quién fue el disfraz? ¿Y dónde estoy yo ahora?

¿Por qué no soy capaz de quererme/de gustarme/de ayudarme?

¿Por qué pido gritos de auxilio a cada rato, casi desesperada, casi resignada en mi propio vacío?

¿Cómo lo hago?

Y me pregunto, ¿alguien sabría hacerlo en mi lugar?

Tengo miedo a la vida, miedo al trabajo, miedo a la muerte

Kate Millet

No hay baldosas amarillas. Sólo mentiras. De mentira en mentira. Mentireira. Y ahora temo decepcionaros, temo decepcionarte, temo decepcionarme. Desde que no escribo en A Librería me siento coja, me han arrancado una parte de mí. La realidad es que me gustaría poder, pero no puedo. Me gustaría responder a esos emails en los que se me pide opinión, me gustaría seguir formando parte de toda esta literatura que corre.

Pero no puedo.

No, mujeres mías, este octubre apenas os he leído. Tampoco os he escrito. He estado silenciosa y me duele haber fallado a la causa. Haberme fallado a mí y no haber sido capaz de abrir más que estos dos maravillosos ejemplares que, he de reconocer, me han roto más de lo que me han recompuesto. Me da miedo leer sobre ese dolor, porque se toca con el mío y me desmayo en mi propia incredulidad. 

¿Cómo escribo? ¿Cómo digo? ¿Cómo soy?

No lo sé hacer. No tengo palabras.

La escritora casi no tiene palabras ya.

Mi mamá creía que ese dolor era bueno, decía «si te duele es porque sientes y si sientes es porque estás viva»

Arelis Uribe

Ahora toco la armónica para escapar de no leer. Ahora traduzco mis novelas para escapar de tener que seguir escribiendo algo nuevo. Quizás es que no estoy lista para algo nuevo, quizás sólo aquí dentro estoy bien.

Porque amanece mañana y es otro golpe.

Y cae la noche, y es tan oscura, y no sé qué hacer con ella.

A veces viene alguien, tan siquiera, y trae una lucecita y la deja en la mesita de mi habitación propia. Como si estuviera enferma. Pero yo no estoy enferma, no soy yo la que está enferma. Yo he de levantarme y seguir. He de sonreír, preparar el café, conducir ese coche. Ir a dónde me reclamen.

No puedo parar, el lujo de detener el reloj y los kilómetros pertenece a otras no a mí.

Y duele mucho más que sea una mujer la que te hace daño […]. Las mujeres me han herido mucho más porque las amo mucho más.

Kate Millet

Entonces voy a ese lugar nuevo, intuyéndome valiente, creyéndome algo más que una mujer que no sabe quién es, a la que se la ha olvidado vivir y que tiene la facultad de hacer reír a las demás. No se está mal en esa calle, digo. Pero yo no dejo de sorber la cerveza y huyo todo el tiempo.

Ella me dice algo terrible. Terrible. Y yo noto el peso de las lágrimas de las que ya me creía recuperada.

«Pero estás muy triste, Miriam. Mucho. ¿Por qué?».

Claro. Es que no lo sabe.

Quise acariciarla, pero no supe hacerlo. Fue ella quien me abrazó. Después, me tomó la cara y me advirtió: escribir es peligroso.

Arelis Uribe

Y yo no sé qué decir. No es que no sepa, es que tampoco puedo. Si lo hago sólo podré decirle que tiene razón, y que me siento decepcionada por no haber sabido disimularlo mejor. Por convertirme en una persona triste.

«Pero es que no sé quién soy».

No, no lo digo. Porque me veo en esa ex Testigo de Jehová, en esa persona que apenas sabe dar pasos hacia adelante. A la que le da miedo que la toquen, que se acerquen, se sepan demasiado. Si se acercan, pienso, piensa, lo verán todo, lo verán todo otra vez. Y de ver las heridas, será mucho más sencillo que las abran.

O que las cierren.

Las cierren para siempre.

 

 

Para A.

 

Photo by Nicole Kuhn on Unsplash

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Preciosa reseña para ‘Todas las horas mueren’: Serena Vives

Es una hora difusa del sábado, te encuentras corrigiendo un manuscrito y planteándote a cada paso una y mil veces si tengo el suficiente talento para esto o si merece la pena seguir, si sigue habiendo alguien al otro lado. Qué os voy a contar de la desesperanza que produce a veces este oficio.

Entonces suena una notificación y es un mensaje de una lectora que ha leído Todas las horas mueren, que le ha gustado y que ha escrito una reseña preciosa. Y tú sonríes en la soledad de tu casa, con tu mesa llena de papeles de los que algún día saldrá otra novela. Es ahí cuando sabes que las ojeras y todo ese café merece la pena únicamente para recibir un mensaje así.

Muchísimas gracias a Serena Vives por haber mostrado interés en mi novela y dedicarme un rincón en su espacio web. Podéis leer la reseña si pincháis en este enlace, ¡espero que os entusiasme tanto como a mí!

Con una calidad y una profundidad narrativas que la alejan con distancia de la etiqueta de obra novel

Son los relatos que confluyen en una narración personal e íntima, entretejida con emotivas reflexiones llenas de madurez sobre la fragilidad y el paso del tiempo

 Y es que, aunque el tiempo y las horas mueran, lo que permanece vivo no es más que el recuerdo y la memoria.

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Podéis leer más reseñas aquí

O, si os ha llamado la atención, podéis adquirir la novela aquí.

Reseña a ‘Todas las horas mueren’ y homenaje a ‘Marafariña’ en el #DíaDeLasEscritoras

Hoy es un día muy raro, porque Galicia huele a ceniza y a dolor. Hay ese ambiente en las miradas de los gallegos que estamos heridos, y que no necesitamos banderas ni políticos para decirnos cómo tenemos que amar y querer lo que es nuestro.

Mis pensamientos están con todas esas hojas marchitas, esos animales fallecidos, con esa Naturaleza que está siendo asesinada. Y también, con mis vecinos, amigos y familiares que han pasado esta noche sin dormir.

Pero empieza a llover. Y no sabéis el alivio que eso me produce.

En mis novelas he reflejado sin pudor mi amor por mi tierra, mi país, por su espíritu libre y distinto. Y lo seguiré haciendo, porque me parece el lugar ideal para dejar volar la poesía.

Y parece mentira que todavía sigan naciendo reseñas de estas obras, que hacen ya más de un año que ha visto la luz. Como es el caso de Todas las horas mueren, mi segunda publicación. Una novela corta a la que me siento muy unida y de la que releo un fragmento casi cada día.

Por eso quiero agradecer especialmente a Libros y Mazmorras el haber escrito una reseña tan honesta, tan trabajada y tan pormenorizada. Empieza así:

Todas las horas mueren es una obra curiosa, que combina virtudes con algunos problemas de maduración de escritura. Encontramos dos historias paralelas, la de la anciana escritora Olivia y la joven maltratada Dorotea. Sus vidas se unen al final de una y el inicio de la otra en el Café de un remoto pueblo de Galicia. Entonces se ayudan a sanarse la una a la otra (hasta cierto punto).

Conocía el espacio, por eso tenía tanto interés y afán en conocer qué opinaban de mi literatura. Lo cierto es que incluso creo que han acertado al señalar sus flaquezas, algo que no siempre es fácil para el crítico literario:

Diría que la autora se esfuerza mucho en ser poética, en tener una prosa refinada y bien cuidada. A menudo le funciona. Luego llegan las ocasiones en que insiste una y otra vez en una idea, como si tuviera miedo de que no hubiera quedado lo suficiente clara

Y lo que más me ha llegado, es que ha sabido ver la clara influencia que ha tenido en mi la novela de Fannie Flagg Tomates Verdes Fritos.

Lo más curioso es que emplea el recurso de Pulp Fiction o de Tomates verdes fritos —entre otros— para formar una estructura que deje con más ganas de leer. Es decir, presenta escenas cortas alternándolas en diferentes momentos cronológicos, y así dar la impresión de que se cuenta algo más «grande»

Os invito a leer la reseña completa aquí. Y, también, no perder de vista ese espacio porque hacen un trabajo digno de admirar.

Captura

¡Pero aquí no termina la cosa! Porque comienza así de fuerte este lunes. Mi amigo y compañero de A Librería, David Pierre, ha tenido el detallazo de incluir una Reseña-homenaje de Marafariña en su espacio con motivo del #LeoAutorasOct

No podía evitar incluir a Miriam Beizana, mi mentora, en este octubre lleno de autoras. Por ello, hoy rescato una entrada del pasado y la retomo y remodelo porque su primera obra debe estar en este blog.

Actualiza asiduamente su blog Proyecto Ficción que os recomiendo seguir y leer. A pocas personas he tenido el gusto de conocer a las que el espíritu literario las mueva con tanta autenticidad.

 

Nueva reseña para ‘Marafariña’

Poco a poco voy retomando el ritmo después de las vacaciones y la boda, y sigo buscando cuál es la mejor manera de llegar a todos vosotros, mi familia. Y también a nuevos y potenciales lectores.

Desde que empecé con esta nueva web, exclusivamente enfocada a mi figura como autora y a mis obras, me he limitado a compartir una entrada personal cada miércoles. En las otras secciones podíais encontrar información sobre nuevas colaboraciones en otras webs, así como las reseñas que iban surgiendo de mis novelas publicadas actualmente, Marafariña y Todas las horas muerenpero no eran noticias que actualizara en el blog principal.

Lo cierto es que la cantidad de personas que leéis semanalmente esta página habéis crecido más de lo que cabía esperar, también los que estáis suscritos al portal y podéis recibir cada una de las nuevas entradas en vuestro e-mail.

Es hora de seguir abriendo la puerta.

Y aunque ya hace más de dos años que Marafariña se publicó, siguen llegando reseñas de la misma. Y la última que he recibido ha sido tan especial que no he podido contener el ansia de compartirla dedicándole un post único en este lugar (aunque también podéis acceder a ella en la sección correspondiente), práctica que llevaré a cabo a partir de ahora (a no ser que me digáis lo contrario…) y que, además, os ayudará a descubrir nuevos espacios literarios a tener en cuenta.

Se trata de la crítica realizada por Susana, del portal Libros Susther, que os invito a visitar pinchando en este enlace. Casi se me saltan las lágrimas al leer su generosa honestidad y la tibieza como, en un momento tan indicado, resucita la historia de Olga y Ruth.

Os dejo las partes que más me han gustado:

¿Tan bueno es Marafariña? Solo os digo que si tuviera una editorial (uno de mis sueños más inalcanzables) lo publicaría sin dudarlo.

Es de agradecer que aquí se haga hincapié en el amor, natural, libre y sin tapujos, entre dos chicas que se quieren. Olga ha tenido relaciones con mujeres y no le supone ningún problema; Ruth se enamora de ella y, por su parte, acepta lo que es sin darle más importancia que las consecuencias que ese amor tendrá en su complicado círculo. A mi modo de ver es una óptima manera de normalizar lo que es normal.

Incluso para recalcar lo que menos le ha convencido:

Algunos párrafos eran tan largos y describían con tanto detalle un bosque, una playa o los sentimientos de la una por la otra que no he podido evitar leer unos pocos fragmentos en diagonal.

En fin, otro gran impulso de energía de cara a la publicación de la secuela. Mientras tanto, si no la has leído, recuerda que podéis adquirirla en Amazon y en Lektu. Y, si ya lo has hecho, estaré encantada de que me dejes tu opinión en estos portales o en Goodreads.

¡Gracias por leerme!