

No obstante, no he pretendido dar ese regusto de pesimismo vital en ningún caso. Más bien es un nuevo enfoque, una análisis, de uno de esos temas que, como a tantos, me atormenta. Esto es, el paso del tiempo, la caducidad de las horas.
«Todas las horas mueren» es la segunda novela autopublicada de la escritora gallega Miriam Beizana Vigo. Además, esta obra compite en el 3er Concurso Indie de Amazon y El Mundo. Tras haber conquistado el corazón de cientos de lectores con «Marafariña», esta joven de tan solo veinticinco años exhibe unas letras muy diferentes, cargadas de crudeza, pero sin abandonar su estilo de prosa poética.
M.B.Vigo: ¡Las más felices!
Aunque podría decirse que «Todas las horas mueren» no es una novela que rebosa felicidad, precisamente. Es una obra dura de leer, pero cargada de verdad y con poco atisbo de esperanza, ¿No es cierto?
M.B.Vigo: Es verdad que «Todas las horas mueren» es una novela rodeada de un halo de tristeza. Por un lado tenemos a una anciana cercana a su finitud, a una joven maltratada por la vida y un pasado lleno de fantasmas. No obstante, no he pretendido dar ese regusto de pesimismo vital en ningún caso. Más bien es un nuevo enfoque, una análisis, de uno de esos temas que, como a tantos, me atormenta. Esto es, el paso del tiempo, la caducidad de las horas.
Ese tic-tac obsesivo mueve los motivos de las palabras que se encuentran en esta novela. Necesitaba esta catarsis, esta reflexión, como también necesité el desahogo de Marafariña. Es una forma de arrancar los demonios que habitan dentro de mí. Pero es algo que se puede hacer con cierto placer y amor por lo que más me gusta: entregarme a la tibieza de las letras. De esa forma, me olvido de que las horas mueren. De esa forma, esas horas se vuelven eternas.
¿Qué historias se esconden detrás de estas horas que mueren? ¿Qué personajes protagonizan sus páginas?
M.B.Vigo: Hay varias almas que dan vida al argumento, o argumentos, de «Todas las horas mueren». Sin embargo, tres de estas almas son las principales, sobre las que recae todo el peso de los hechos.
Olivia Ochoa es una anciana en el ocaso de su vida que quiere olvidar lo que ha sido. Ahora solo se siente mustia, una escritora que ya no escribe y una mujer que ya no ama nada desde hace demasiado tiempo. Es un personaje muy complejo, con un carácter elegante y tosco al mismo tiempo, que ansía la muerte pero no cesa en su empeño de buscar motivos para aguantar un poco más. Las últimas dos décadas de su vida las ha dedicado a mantener vivo el Café de Fontiña.
Dorotea es la joven que, huyendo de casa de sus padres, termina aparcando su viejo coche en Fontiña donde se encontrará con Olivia y su Café. Una muchacha plana y anodina que, poco a poco, irá sufriendo una metamorfosis maravillosa y dulce.
Laura es la lectora fiel, el dolor, la angustia y los recuerdos. Ella es la causante de todo, y su ausencia está plagada de secretos. En esta mujer recae la sombra de lo que es (o ha sido) Olivia.
Estos complejos personajes van alternando la voz narrativa a lo largo de la novela, compuesta por capítulos más o menos breves y con un fuerte contenido dialogado. Resulta curioso que una autora tan joven se atreva a escribir desde la perspectiva de una anciana casi octogenaria.
M.B.Vigo: Olivia es vieja, pero su espíritu es joven porque no ha podido desgastarse de la felicidad necesaria. Su alma todavía espera su oportunidad de redimirse, de buscar algo de bondad en la vida. Esa juventud marchita me ha permitido sentirme muy unida a ella. Además, me he criado con mi abuela que, en muchos aspectos, está inspirada en esta Olivia valiente y luchadora.
Ponerme en la piel de lo que tiene que sentir Olivia al sentir su final cerca ha sido un ejercicio doloroso, pero sencillo. La sensación de ahogo, el buscar respuesta, la necesidad de justificar la existencia de las horas y el porqué de ese inevitable final. La anciana no quiere detener las agujas, ella quiere regresar al pasado y cambiarlo… pero es no es posible.
LaDurante su juventud, Olivia fue una escritora que tuvo que enfrentarse a la dura represión vivida en los años franquistas en España. La única perspectiva que tiene si quiere que sus escritos sean libres es emigrar. ¿Has buscado introducir una crítica social?
No he creído necesario realizar una crítica social de aquella época histórica de nuestro país, sino más bien tenerla presente para no volver a sufrir los mismos errores. Es importante, desde mi punto de vista, que sigamos recordando esos terribles años y la oscuridad de esas vidas a las que a muchos les tocó vivir. La literatura de Olivia vive velada y amenazada por la censura y por el miedo. Una mujer tan fuerte y con tanto coraje como ella no ha nacido para vivir atosigada por las cadenas de la opresión.
Mientras ella no puede publicar lo que siente sin tapujos, es consciente de esas horas que pasan. Ese tiempo maldito. No tiene paciencia, no está resuelta a esperar más.
El Café de Fontiña nace de mi afición personal a perder horas en las cafeterías. Soy una cazadora de lugares emblemáticos. Me encantan estos locales tranquilos, con encanto, donde escribir y leer. Y, por supuesto, con olor vivo a café. Me gustaría regentar, algún día, un Café como el de Olivia.
¿Cómo fue el proceso de escritura de «Todas las horas mueren»? Es una novela breve (unas 150 páginas), con una narrativa más directa y abandonado el estilo más descriptivo.
M.B.Vigo: El proceso de escritura inicial fue ágil, aunque debido a la complejidad temporal de libro (saltos en el tiempo, tres líneas de historia) fueron necesarias varias revisiones. Sin embargo, fue una novela que nació sin más, una idea que surgió cómo una explosión dentro de mí, y fluyó sin mi ayuda. Brotaba de mis dedos como si ahí hubiera estado siempre. Recuerdo haber sentido mucha tristeza durante ese proceso, pero también un gran alivio. Me derrumbé varias veces, incluso lo hago ahora cuando la releo. Tan solo de pensar en ella, un fuerte nudo se anida en mi garganta.
¿Es, entonces, una novela muy importante para ti?
M.B.Vigo: A pesar de que mi anterior libro era autobiográfico y con un fuerte contenido personal, «Todas las horas mueren» también tiene mucho de mí. Está plagada de reflexiones, de miedos y de preocupaciones. Es casi como un ensayo, como una agrupación de cosas que considero terribles y hermosas. Los miedos, alegrías, amores y esperanzas de Olivia y Dorotea, son los míos propios.
Es importante para mí porque, además, creo que me ha permitido evolucionar como escritora y desprenderme del estigma más marafariñesco. Tenía un serio pánico a quedarme estancada en esa obra y no poder crear nada más. El Café de Fontiña me ha abierto un nuevo mundo del que me siento feliz.
Por cierto, el Café de Fontiña es otro de los personajes principales que has pasado por alto. No puedo evitar compararlo con el Café de Whistle Stop de la novela «Tomates verdes fritos».
M.B.Vigo: Nunca he ocultado que la maravillosa novela de Fannie Flagg es una musa para mí. Hago referencia a ella en mi primera novela y aquí, aunque no directamente, toca parte de su espíritu. Es un homenaje particular, aunque no tiene nada que ver en la realidad.
El Café de Fontiña nace de mi afición personal a perder horas en las cafeterías. Soy una cazadora de lugares emblemáticos. Me encantan estos locales tranquilos, con encanto, donde escribir y leer. Y, por supuesto, con olor vivo a café. Me gustaría regentar, algún día, un Café como el de Olivia.
«Todas las horas mueren» compite en el #ConcursoIndie2016 de Amazon y El Mundo, como señalamos en la intro de esta charla. ¿Por qué te has decido a lanzarte a ello, a pesar de las claras dificultades?
M.B.Vigo: El Concurso de Amazon es una puerta inmensa. Ya no solo por la victoria, sino porque la simple participación te otorga una poderosa visibilidad. Aunque me encantaría poder vivir de la literatura, mi expectativa más realista es que mis letras sean leídas, conseguir llegar al corazón de los lectores y formar un pequeño y entrañable grupo. Espero que esta competición literaria me ayude a seguir moviéndome en estos círculos y, sobre todo, mover mis historias.
Todo lo demás lo dejo al destino, que es caprichoso, y mueve los hilos a su antojo.
Para finalizar, si entre la promoción de «Todas las horas…», mantener vivo este Blog y la vida real te queda tiempo para seguir con las letras, ¿puedes decirnos algo de un futuro proyecto literario?
Dado que de momento la continuación de Marafariña no está esclarecida, estoy enfocando mis letras a otro de mis miedos: la escritura. Y hasta aquí puedo leer.
Gracias, amigo lector. Espero que hayas disfrutado de esta peculiar charla conmigo misma. Si te ha resultado interesante, te animo a que te adentres en el cálido Café de Fontiña.
